miércoles, 15 de junio de 2011

La Morena y la Casualidad









La Morena y la Casualidad







(por amigo perverso: @elOliverTorres)

Soñé hace en días con una pasión fugaz. Un típico sueño húmedo nocturno, una tormenta avasalladora que logró cautivar mi alma, esa que fuera capaz de desviar mi rumbo hacia lugares que sólo existían en mi mente. Soñé con un prototipo de mujer utopía, labios gruesos y rojos, pelo azabache, piel sutil al tacto. Jugué a quererla, a amarla, a ser sublime a sus movimientos y tener un desenfrenado sexo cautivado por sus uñas cruzándose con mi espalda.

No paso mucho para que ese sueño pasara en frente mío. Caminé disimulando mi mirada, coqueteé al primer instante, lo sentí, pensé en que era mi oportunidad, que no la debía desaprovechar. La seguí por dos cuadras hasta que se volteó, me miró y me guiñó el ojo. Caí rendido, lo asumo, fueron mis mejores sueños hechos realidad, como si Dios entendiera mis pensamientos a la perfección, como que el destino la pusiera ahí, en ese momento preciso, a la hora indicada.

Le pedí gentilmente su nombre  (algo de caballero me queda), su número y hasta si tenía @. Accedió de inmediato, entendí que lo nuestro fue mutuo, casi como de telenovela mexicana, pero era cierto, sin cámaras ni guión.

La llamé a los días, la verdad creo que no me recordaba por su tono de voz. Al poco andar supo quién era. Esta química era cierta, coqueteamos no sé cuantas horas al teléfono, acordamos vernos al día siguiente, mi predisposición era sólo saber si ese sueño se haría realidad, o seria una simple jugarreta del destino.

A la hora acordada estuve ahí. Ella salió despampanante, su porte era especial, calzaba su boca con la mía sin esfuerzo, sus piernas largas con esos jeans ajustados causaban estragos en mi estómago (me sentía como pendejo de 15 ensimismado con su primer amor). Se subió a mi auto, sus miradas insinuaban hacia donde nos dirigiríamos. Fueron cuadras que conduje hasta que encontré nuestro nicho experimental, apagué mi celular, nadie podía interferir este momento, sólo esa morena azabache olor a poesía y yo.

Entramos y se posó sobre la cama, siéndoles francos, muy pocas veces me sentí tan tentado por el destino. Puse algo de música para acompañarnos (Kenny G con Michael Bolton creo que era). Estaba todo listo, me llamó sensualmente con sus dedos. Se sentó en la cama y me apretó sobre ella, posó su boca sobre mi ombligo, y sus manos comenzaron a tocarme suavemente. Uno por uno, los botones de mi camisa comenzaron a marcharse.

Estaba totalmente entregado, total y completamente excitado. Su manera única de tocar mi pecho, pasar sus dedos por mis tetillas causaban trastornos, mientras su lengua husmeaba por mi ombligo y se deslizaba coqueta hacia abajo. Era un estropajo, no sabía qué hacer, bloqueado totalmente traté de unirme al monopolio que existía en ese lugar.

La levanté por los brazos y comencé a besarla, locamente, sentí como su aliento se agitaba en contacto de mi lengua. Comencé a tocarla por su espalda, baje hasta su trasero, ahí me quede firme y con algo ya de lucidez carnal. Ella, mientras tanto, usaba sus uñas para hacer un retrato a lo Picasso en mi espalda, no cabía mas calor ahí. Le saqué su polera negra, dejando al descubierto su torso pleno, pude sentir como esos pechos se endurecían, me volqué a ellos, los besé, puse en práctica todo lo que la vida me había enseñado, los mordí suavemente para sentir como se agitaba su respiración más y más.

A los pocos minutos estábamos completamente desnudos. No la quería tomar en esa cama, la levanté y la puse sobre ese gran espejo que cubría la pared. Comencé a besar su espalda, mis manos tocaban su delicada vagina, sus pechos se aprisionaban contra el espejo y disfrutábamos locamente el momento. Estuvimos horas haciéndonos el amor, sin ningún compromiso, sin siquiera saber de nuestras vidas, ese sexo ocasional que sólo se da una vez en la vida.

Logré construir mi sueño en esa ocasión, escena por escena, logré comprender que ciertas cosas se vuelven realidad. Mis dedos rebosaban de olor carnal. Terminamos los dos en la ducha, nos vestimos exhaustos pero aún con el sabor por aquel momento. Cuando salimos de ese lugar, la dejé donde la recogí, me paré una cuadra mas allá a reflexionar sobre aquel momento. Me reí solo, traté de inspirarme a escribir algo, traté de pensar en esa morena. Llegué raudo a casa y delineé esto: una historia provocada por un sueño nocturno, destino bendito de un encuentro casual.

@elOliverTorres









2 comentarios:

  1. Que bonito y que suerte encontrar en la realidad lo que soñaste. Deseo creer que fue cierto, no me desengañes si no lo fue.
    Cuantas veces un hombre o una mujer me han parecido deseables en la calle, pero debo confesar que no me ha tocado encontrar la encarnación de algún sueño deambulando entre el gentío.
    Escribes bien, jugando el limite de lo descriptivo e insinuante sigue teniendo sueños y relatándonos como los llevas a la práctica.

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  2. Que lindo...un sueño hecho realidad...ojalá fuera así de facil con cada sueño.

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